Atado





Hoy  de nuevo te extraño,  y  se me es imposible  ir en contra de  la voluntad de extrañarte, sería como negarme a parpadear o respirar el aire que me mantiene con vida.  Si, podes volverte rebuscado  y decirme que para no parpadear, solo deba cerrar mis ojos a perpetuidad, pero cómo haré si me entrego a la ceguera voluntaria tener la posibilidad de  poder  apreciar la belleza de tu cálido rostro y de tus ojos miel, que me hunden a un océano de dulzura, al cual me entrego para ahogarme y quedarme  estancando en tu pupila que nos  traslada a nuestros recuerdos. Y sé, que fiel a tu estilo de posicionarte con tus astas,  convencido me vas a señalar que para no absorber el oxígeno que me nutre,  debo sólo darle un freno a mis conductos  respiratorios. Y eso si sería un doble final para mí, porque no es que vos me perderías,  es una ecuación a la inversa, yo perdería la maravilla de añorarte en secreto, y con el deceso tendría la pérdida de recordarte. Elijo extrañarte, elijo mantenerte vivo, en aquel pretérito que nos une, donde tu rostro no es ajeno del aquel rostro del cual me enamoré,  en aquel pasado en el que me siento intencionalmente atado, en aquel jardín de expresiones de creatividad, letras y dibujos, elijo quedarme en aquel lugar, y confieso que ya no es menester el tiempo que debo ocupar en extrañarte, no puedo evitarlo, adonde vaya me persigue; en cualquier lugar donde esté me encuentra tu ausencia.


 Aldo Marcelo Luna 
 

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