Viaje Ucronico
VIAJE UCRONICO
Ciudadano
Manzana
Nuevamente
un empujón desproporcionado de la foule me hace entrar de forma irreflexiva en el Tren Línea Roca, destino
Constitución, desesperados en su mayoría por conseguir un lugar para viajar
sentados y cómodos, esta masa humana sigue comportándose con actitudes
soeces y salvajes, a esta altura no es
algo que me preocupe ya, pero me irrita tener
que ceder la virtualidad de mi
cuerpo a otros ajeno, ¡Qué hastío! Viajar
parado tiene la ventaja de poder sentir la firmeza de creer que tengo los pies
sobre la tierra, bueno, sobre algo sólido en movimiento que me traslada de un
punto a otro, pero se entiende que no estoy elevado en puras quimeras, el
encanto de ver imágenes de corrido por la ventana como si fueran pájaros
arrastrados por fuertes vendavales, me trasladan de forma contraria hacia donde
se dirige este viaje, a lo que aún siento que estoy enlazado, me siento
cruzado, me refleja inestabilidad, no puedo detenerme a observar un solo
movimiento continuo y uniforme, quisiera poder ver una imagen concreta, que no
afecte mi visión de forma multimodal, que no me maree, que me dé firmeza,
elegir entre las aves que recorren o hacen frente a ésta locomotora, o solo observar el paisaje verde y una que otra
casa cerca de las vías del tren.
Había
perdido momentáneamente el equilibro, perdí cierta motricidad, me caigo sin
freno alguno a lado de una señorita de atuendo primaveral, gafas de marcos
rojos, pelo rizado, una mirada lúgubre se observa a través de sus cristales, y
llevaba consigo un libro de Milan Kundera, “La insoportable Levedad del Ser” de
forma muy amable me levanta y me acomoda en el lugar que estaba, le pido
disculpa por mi torpeza y le agradezco por su generosidad de ponerme firme de
nuevo, había quedado algo zambeado. Recordé, observando nuevamente la ventana y
sus figuras entrelazadas lo identificado que me encontraba con el personaje
Tomás de aquel libro que llevaba la cortés joven, una persona desinteresada por
el entorno de quienes lo situaban, independiente de los tabúes que se creaban
sobre el amor y sus derivados, intrépido, sin remordimiento y culpa alguna, a
simple vista pareciera características negativas que producen plenamente un
rechazo, que fue lo primero que me provocó a leerlo, pero de forma tan
repentina y sumergido en la plena lectura del libro sentí que pude justificar
el perfil que se podría considerar abyecto de Tomas, resumido nada más que en
una palabra: “Coraza”, impenetrable y dura coraza, para que las sensaciones más
idílica o más terrible que los seres humanos puedan emitir no afecten a una
persona que ha sufrido mucho o que nunca ha sufrido y no quiere transitar por
esa aciaga conmoción, a todas luces, una arma clara de defensa. Y eso fue lo
que me pasó después de que hemos
terminado con aquello lindo que
teníamos y hemos creado, no quería sollozar por los rincones nunca más, por eso
ahora estoy en una plena construcción de una órbita corozal, para que no pueda
ni siquiera sentir la fragancia de los perfumes que usabas sin contar que mi
olfato aun hoy lo recuerda, ni la más
suave de las caricias produzcan un cosquilleo en mi panza, ni siquiera el beso
más inesperado me haga creer que soy el
único que pueda sentir esa mezcla de saliva, porque todo tiene que
tener un final en esta vida; todo incluso tus retorcidas, crueles y estúpidas
mentiras. ¡Disculpa! No quería decir lo último, la verdad es que ni siquiera
creí que íbamos a juntarnos a charlar en éste café, es que me llegan flechazos
en mi pánica memoria de recuerdos de cama donde me decías que había un cursi
para siempre y hoy te veo con un rostro foráneo de aquel del cual me enamoré y
no puedo conceptuar este encuentro que
me toma de asombro, siempre quise saber de cómo iba a ser, hoy estoy en frente tuyo y todavía me cuesta
creerlo, en pleno duelo de post ruptura tuve efímeras formas imaginables de
esta ocasión, no es que no podría mantenerme en pie frente tu ausencia, lo que
me mantenía de rodillas era no saber si el destino nos guardaba un reencuentro, después de haber culminado
todo esto en un apagón, y de haber
quedado a oscuras, sin tu luz, sin lo que potenciabas en mi, sin tu voz de
guía, en plena soledad que tuve que aprender a convivir con ella, día a día con
su consecuencias que me ahogaban en su momento en una eterna congoja, pero se
volvía mas tediosa noche a noche donde ni siquiera tu recuerdo que me albergaba
en lo bueno, me producía un sombrío tormento en saber que no podía abrazarme, y
ahí es cuando el recuerdo se volvía un sinsabor, pero ahora te miro de frente y
realmente me siento bien de haber aparecido en tu vida, y que vos lo hayas
hecho en la mía, jamás pensé que nuestras armas, nuestras palabras, nuestras
miradas llegasen a estar en bandos diferentes.
Te anoticio que me de mi parte las cosas siguen igual, no han
cambiado mucho, las visitas a los bares por la tarde es un clásico que ya conoces,
un café doble sin azúcar, un cigarro en la mano con la compañía de cualquier tipo de lectura, ya sea un libro
de historias revolucionarias de Eric Hobsbawn, literatura francesa de la mano
de Camus o pasiones populares que sacan
lo mejor de un patriota, que es la lealtad con el viejo Jauretche, todo esto,
entre otros tantos, se puede decir que le agregue el gusto de visitar también
los bares de Chile y Defensa por San
Telmo a tomar una que otra bebida con alcohol acompañado de los amigos de
siempre, quienes ya los conoces y hoy
guardan un afecto inmenso por vos. He retomado las clases de francés, aquellas
que he abandonado, por motivos que ya ni recuerdo, te hablaría en este idioma,
pero me falta practicar mucho la pronunciación, no quiero quedar en ridículo. ¿Por
qué insistes? Bueno, veo que es imposible aun negarte algo, siempre tan
posesivo en conseguir hasta la más nimia de las cosas, intentaré decir lo
básico, pero te aseguro que no soy bueno
“Je suis Marcelo, J’ai vingt-cinq ans, je
suis celibataire” y podría agregar
también, no sé porqué se me viene esta reminiscencia que yace de la nada, en
noviembre del año pasado, cuando nos despedíamos, cuando me hiciste sentir que solo iba a poder a volver a verte
en una foto o en mi memoria recolectada de imágenes, cuando estabas subiendo
los escalones para esperar en el andén
el tren hacia tu Avellaneda natal, moviste tus labios y por el momento “J´ai cru entender je t´aime, j´ai pensé c´est sont problème “ y no pude desplegarme de aquello que había
oído, porque de tu parte nació terminar todo lo que ha florecido en nuestro
jardín, me diste a entender que la
realidad era otra, que no me abandonabas
porque dejaste de tener un gran afecto
por mí, sino que situaciones que nos rodeaban o actitudes que no nos agradaban
y crean hecatombes que mejor ni mencionar, fueron el fuerte punto de inflexión
para que tomes esa madura decisión de poder seguir adelante, a pesar de saber
que aun me querías, te reivindicaste con altura, y eso me puso orgulloso a
pesar de todo el desconsuelo que me acogía. He atravesado varias etapas, que no
es menester mencionarlas a todas, pero si en especial una, después de ti, caí
de inmediato en un razonamiento de que vivo mis amores en pretérito, que se
fortalecen con la ausencia, en otras palabras con tu agobiante ausencia, es un
acto de niñez calculo yo, te empiezo a valorar cuando no te tengo, pero no
creas que es un acto análogo a un objeto como un juguete, es que me di cuenta
tan tarde de lo especial que eras o sos, no lo sé, para mí, que en su
momento no pude tomar registro, tampoco te voy a contar cada peripecia de esta
montaña rusa emocional por las cuales pasé, lo más cercano a la estabilidad de
todo esto, es el ahora, el acá contigo hablándote, ya no me tomo la molestia de
pensar en “¿Qué hubiese sucedido si
hubiese pasado tal cosa?” Detenerme cada
noche en razonar eso era como tomar un cuchillo del filo, a veces es mejor
ahorrarse algunas heridas. Mi vida podría ser leída en clave del libro “Un
mundo feliz” En algún momento tomé la errada decisión de hacerme cargo de mí
conciencia. Mi problema es el exceso de conciencia de mí, mucho razonamiento de
los placeres y afectos y poco tacto humano de ellos. De todas maneras sigo
triste, pero con una tristeza que es inherente, ¿qué hacemos? Es nuestra
condena, estamos condenados a ser tristes. Si a la tristeza le ponemos el
nombre del amor, tenemos esperanza: o que nos den bola, o enamorarnos de otro.
No nos escapamos. Dejar a la tristeza pelada, sin objeto, per sé, es
desesperante. No hay salida, no hay luz al final del túnel, y a falta de un nombre real para la cosa en sí,
le ponemos nombres que encubren que da lo mismo el objeto del sufrimiento. Son
todas las caras de un mismo poliedro: somos tristes inexplicablemente;
necesitamos nombrar a la tristeza para entenderla. Tristes porque envejecemos,
porque se derrumban nuestros proyectos, porque nos engañan, porque perdimos un
libro que amábamos, porque las estrellas están lejos. Tristes porque se nos
rompió un juguete, porque nos retaron en
la escuela, porque perdimos a un ser querido, porque tenemos un amor no
correspondido. A lo mejor la tristeza es lo único que nos da unidad a lo largo
de toda la vida. El sufrimiento es uno, le vamos poniendo distintos nombres, en
su momento tenía el tuyo.
Coméntame de lo tuyo, te veo acrisolado y agraciado, me produce
una infinita felicidad ver como usas tu pluma y tu imaginación para crear vida
con los pinceles o con cualquier cosa, generabas arte con lo que se te cruzaba entre
tus manos, era inevitable para vos no hacerlo, que forma tan única de liberar
tanto desazón que tenías, has mejorado mucho, siento que tomaste en serio aquel
consejo que te dije “metas muy altas y
una personalidad depresiva no son la mejor combinación, que la frustración no
te afecte” ya no permites que mentes insanas te contaminen tu ambiente,
eres totalmente libre, cuando tengas tu propia muestra en una galería estaría
más que contento de ser un invitado para apreciar todo lo que nace de tu
interior y lo expresas con pequeñas cosas y mucha humildad. Que compartas todo
esto conmigo, es sentirme presente en ti, por otro lado, yo busco compartir lo
que me rodea con alguien, tengo muchas sombras para repartir. Pero necesito
alguien que comparta sus sombras conmigo. Necesito sombras nuevas,
desconocidas, estoy en plena búsqueda de complementos, también vengo a quejarme
por la falta de sueños, por la falta de sueños propios, ya no tanto como antes,
en su momento era más abúlico, pero estoy empezando a construir pequeños
proyectos, que a veces crecen y otras veces se derrumban, naturalmente me
refugio en la escritura de mis propias angustias. Para mí, escribir es
corporalizar mis angustias. Pero es una corporalización platónica. Mis escritos
participan de mi Angustia, pero no son ella. Son imagen deficiente de lo real,
eterno .La Angustia está en otro lado,
vaya uno a saber dónde, pero no en mis escritos. Ellos intentan mostrar alguna
de sus caras. La Angustia no tiene cara, no tiene explicación, oscuridad es la palabra
que mejor se le acerca y uno la nombra de diversas formas.
Me tomas fuerte de la mano
mientras te comento todo esto, hace cuánto que no sentía tu tacto en mí, me es
raro, vamos ya somos grandes, no hagas que se me inunden los ojos, al fin y al
cabo sos cómplice de todo lo comentado, sos plenamente protagonista, míranos,
debemos estar orgulloso de nosotros, estamos compartiendo éste café irlandés
sin rencor alguno, esto también es prosperar. Quisiera decirte también que el
motivo de éste encuentro no es solo el desahogo o mis ganas de verte, hay un
motivo igual de importante que aquellos,
la realidad es que me encantaría que nosotros
también ... Pasajeros, Constitución, final del recorrido.
Ciudadano
Manzana
Comentarios
Publicar un comentario