amargo dulce


Mientras bebo el primer café,
el mundo corre a mi alrededor, como un río.
Y lo dejo pasar, sin importarme mucho.

El café aguado es insípido y mediocre,
como el amor sin sexo salvaje y pervertido...
Pierde sentido, si involucro la emoción.

Y así la depresión es un nudo en el cuello,
que se va apretando, poco a poco,
hasta que te asfixia y me acostumbro.

Y ahí encuentro ciertas combinaciones de drogas,
canciones y emociones que se vuelven un
conglomerado inseparable, un estado mental por sí mismo.

Y en este amanecer quiebro de nuevo,
como copa de vino, manchando la alfombra
con mi dolor y la ausencia de razón.

Es difícil no extrañar esos lugares
que recorrí con el corazón roto,
y la garganta llena de amor.

Me llegan flechazos de ecos y recuerdos,
que dicen que tienes veneno en la piel
Y es que estás hecho de un plástico fino.

También rezan quienes te conocen,
que tienes un tacto divino,
Y quien te toca se queda con él.

Y yo sigo aquí, bebiendo este frío café. 


ALDO MARCELO LUNA

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